sábado, 29 de diciembre de 2012

Breve historia conmovedora

Había una vez un joven que salió a caminar con su abuelo a la playa; siempre le dijeron lo malo que había sido su abuelo desde que el jóven era un niño, le cintaban cómo maltrataba a sus hijos y le hablaba mal a su esposa. El anciano siempre fue cerrado con todos y nunca hubo una verdadera conexión entre el jóven y su abuelo, nunca hubo una oportunidad para congenear, pero a pesar de todo lo que le dijeron, y a pesar de cómo su familia acostumbra tratar al anciano, el jóven siempre procuro cuidar de él, estar ahí para él aunque no fuera recíproco. Un pobre anciano, un tanto senil y viudo, ciertamente necesita que alguien cuide de él, más aún cuando ninguno de sus tres hijos lo cuidan como se esperaría de sus hijos.

     Caminando por la playa el jóven y su abuelo casi no hablaron, apenas cruzaron palabra esa calurosa tarde en la playa. El sol estaba en uno de sus puntos más altos y la brisa pegaba en el rostro de aquellos gentil y refresacantemente cuando se percto que su abuelo se había detenido a contemplar el horizonte, parecía que estaban completamente solos ya que al rededor de ellos no había mas que arenay el brillo del sol en el mar era casi impecable. Justo a la mitad de la bahía se detuvo el anciano y miró... Miró por varios segundos que se sintieron como horas, aunque no de una mala manera, disfrutó la brisa y escuchó atentamente la sinfonía que producían las olas al romper; de repende sólo dijo: regresemos. Y así fue.

     Tal y como fue en el camino de ida, no hablaron mucho de regreso y ciertamente no lo harán después pero ese momento se quedaráen la mente del jóven por mucho tiempo. Para siempre, quizás.

El fin.

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